Sibaritas Apóstatas #4 Futuros eran los de antes

Pablo y Edwing son sibaritas apóstatas, un par de trasnochados hablando de la vida.

 

Tema de hoy: Futuros eran los de antes ¿Cómo nos imaginábamos el futuro en el siglo XX?

 

Una charla informal con todas las de la ley: libros, música, comida, bebidas y amigos.

Sibaritas Apóstatas #3 ¿Quién quiere un Nobel?

Pablo y Edwing son sibaritas apóstatas, un par de trasnochados hablando de la vida.

Tema de hoy: ¿Quién quiere un Nobel?

Una charla informal con todas las de la ley: libros, música, comida, bebidas y amigos.

#Cuentube5 «Una historia distópico futurista latinoamericana»

 El mensaje que estamos emitiendo en este momento, a través de la técnica del video blogging, no es por esnobismo ante lo antiguo, ¿O sí? Puede que haya algo de cierto en eso, pero también es, en gran parte, porque queremos honrar la memoria de nuestros antepasados y perdonar definitivamente sus errores.

Es importante que sepan que, transmitiendo en este formato, se puede burlar a los Algobots buscadores de contenido subversivo de las Sensoredes y así, ganar tiempo.

Hace años se habla de que no hay códigos. Crecí escuchando esa letanía pesimista de mi abuelo Laslo, quién pasó sus últimos años quejándose; condición típica de los seres humanos al dejar atrás nuestros mejores tiempos.

A los 20 años se jactaba de ser uno de los más geniales, era partícipe activo de los cambios que ya estaban en marcha. Su generación fue considerada, en aquel entonces, un paradigma de transformación de la sociedad.

Él y sus congéneres eran conocidos como Millenials: se describían altamente colaborativos, comprometidos con la conservación del planeta, tecnológicamente superiores, alejados del materialismo y con grandes ideas para reinventar la forma de ver el mundo. Pero, como todo en esta vida, muy pocas cosas resultan como realmente deberían ser.

El implacable tiempo hizo lo suyo: se llevó la energía, sueños, y la autoimagen que tenían. Los códigos algorítmicos les mostraron a sus principales cultores, que nadie era imprescindible.

Cuando sus venerados Algobots determinaron que ya no tenían edad para trabajar en creatividad corporativa, fue la señal inequívoca de que los códigos dominantes son impersonalmente justos y precisos. Para Laslo fue un duro golpe. Nunca se había ocupado en acumular suficientes méritos crediticios de retiro para su Caja de Financiamiento Social de Desempleo.  Sistema creado, paradójicamente, cuando los millenials eran la novedad. Nunca se pensó que iban a necesitarlo.

Laslo murió hace 3 años. Lo extraño. Sin embargo, él deseaba ese destino tan fervientemente que, a la edad de 60 años lo encontró.  Una locura, lo sé.  De haber tenido paciencia, hoy podría optar al plan Tercera Juventud. Siempre y cuando, por supuesto, los algobots bancarios les comuniquen a sus pares de Genética y Salud, incluirte en la lista de regeneración celular.

Sé lo que están pensando, pero tampoco es así. El suicidio nunca fue una opción para él – en verdad, no lo es para nadie- así que, como buen hombre de su época, desarrolló el Síndrome del Quemado. Como carecía de óptimas métricas financieras para ser tomado en cuenta por nuestro sistema de salud, nunca pudo deshacerse de él.

Un rápido infarto matutino lo dejo mostrando el universo en sus ojos. Por fin descansó.

Para quienes asumen como un invento el que la gente se siga muriendo hoy día por causa de los infartos, les invito a que se armen de valor y vayan a la zona más pobre de la ciudad: la villa de Puerto Madero. Ahí verán una problemática bastante fuerte.

Esto es una realidad que aún existe y ha sido invisibilizada por el Sistema de Omnivigilancia Mundial. ¡No se dejen engañar! ¡Abran los ojos!

Al abuelo le consolaba saber que una vez muerto, seria procesado como compost por el gobierno inteligente, para mantener los árboles cantarines a lo largo de toda la avenida Malena Pichot. No deseaba un funeral como el de sus antepasados.

Tenía la única certeza de que hoy nada se pierde y todo se reutiliza, gracias a los esfuerzos de su generación por tener un gesto de agradecimiento con La Pachamama. Una pequeña victoria que lo hacía sentir orgulloso.

Ese mismo orgullo sentirá nuestra generación cuando llevemos a cabo la Operación Zamiatin, porque sé que es la única manera de tener una sociedad más justa y libre de las Clonosustituciones impulsadas desde el perverso S.O.M.

Laslo creía tener un sueño. En su honor, lograremos el objetivo que nos hemos planteado:  equilibrar el orden mundial.

He sido claro y breve. Agradezco el esfuerzo de quienes han logrado descifrar este mensaje en castellano.

No pretendo timar a nadie sobre mis orígenes y el índice de productividad genealógico, factores tan definitorios en la sociedad que me ha tocado vivir.  Por eso mismo, porque creo en la dignidad inherente al ser humano, más allá de lo que determine un cómputo, les pido que confíen en mi para acabar de una vez por todas con esta dañina brecha entre “Neomandarínes” y “Obsolentales”.

¡Abajo el genocida imperio Mandarín! ¡Viva la Argentina! ¡Viva Latinoamérica Unida!

Way Chang Castronelli.

Argentina, 02 de febrero de 2068.

 FIN

(c) Edwing Salas

#Cuentube3 El día cuando todo pareció un comercial de cerveza

A esta conclusión llegó Julio cuando reflexionó sobre lo que había vivido. Su carcajada estalla al recordarlo, porque se sintió como en esos comerciales de televisión, donde un personaje común vive una aventura que involucra lindas chicas y descontrol en un gran festival de música.

Esto fue lo que ocurrió ese día: Julio jamás imaginó que podría ver a su héroe de juventud Iggy Pop, pero ahí estaba; entre miles de personas que habían acudido al recital. Fue con su amigo Leopoldo, pero este decidió ver la presentación del legendario artista desde lejos, donde no había tanta gente que pudiera perturbar su aura sabia y nihilista.

El show de Él Mató a un Policía Motorizado fue un inicio poético. Sus súbditos simplemente se dejaron transportar por ese sonido melancólico que los hace cautivos llenos de comodidad, que compartieron fanáticos y espectadores regulares.

En el interludio aprovecharon para descargar las aguas corporales y ver las remeras oficiales de los artistas que se presentaban. Todo muy lindo, pero Doña Inflación tiene un hambre voraz por estos días.  Julio y Leopoldo sacaron sus billeteras, solo para proveerse de la cerveza patrocinadora del evento. No era que el precio de las latas verdes fuera económico, sino que el ambiente tentaba al paladar.

Al volver al campo, Leopoldo retomó su lugar cerca de donde transmitían los medios que cubrían el evento. Por su parte, Julio buscó el centro para no perderse ni un detalle de lo que vendría.

The Libertines apareció desatando su celebración llena de guitarras rasgadas y batería potente. Carl Barat y compañía volvían a las andadas, luego de un pronunciado paréntesis de la banda. Era su primer recital en Buenos Aires, por eso quedaron muy agradados ante la respuesta del público, lo que les hizo ejecutar su repertorio con maestría y mucha buena onda, avivando los ánimos.

Julio disfrutaba al máximo, a pesar de estar comprimido en una masa de desconocidos. Esa era la parte desagradable de ir a eventos multitudinarios.

Además, el peligro rondaba: una linda chica de diecinueve años que estaba delante de él, restregaba toda la espalda contra su parte frontal. Estaba tan cerca que su dulce olor lo esclavizaba. Deseaba respirarla hasta la última parcela de piel.

A ella le daba igual, no le interesaba para nada, solo se dejaba llevar por los temas fiesteros del cuarteto inglés. No se insinuaba.

Además, había un pequeño detalle: su padre la acompañaba.

Julio se veía obligado a mantenerse inmóvil y con la vista al frente, tratando de ignorar todo, para evitar que cualquier reacción natural de su parte se prestara a una mala interpretación de la situación. Lo mejor era seguir haciéndose el gil hasta que la banda terminara y la masa de personas lograra descomprimirse.

The Libertines se despidió dejando la promesa de volver; de hecho, se quedaron unos días más, vagando por la ciudad, según dijeron fuentes oficiales y extraoficiales del chimento.

La pausa antes del evento principal fue aprovechada para buscar a Leopoldo, pero fue imposible encontrarlo. En menos de una hora se duplicó el número de gente y él ya no estaba en su lugar habitual. La infructuosa búsqueda le dio sed a Julio.

Doña Inflación se había salido con la suya: solo quedaba para comprar una lata verde, lo demás debía ser destinado al transporte de regreso a la ciudad. La cerveza fue guardada con celo ya que Julio planeaba beberla cuando empezara el show de Iggy.

Julio se situó en medio del campo, a veinte metros del escenario, para poder ver y escuchar en todo su esplendor el esperado show.

La noche era clara y con el clima de primavera en plena despedida. La luna… invitada especial, mostraba su cara y sonrisa brillante. Había escuchado cada melodía que despegaba desde el escenario.

Julio reparó en la solitaria mujer que tenía al lado hace aproximadamente 15 minutos. Ella le sonrío en aprobación de la circunstancia que los unía: juntos presenciarían el show de su héroe milenario.

Julio le devolvió la sonrisa, consintiendo la simbiosis temporal entre ambos. Era atractiva, silenciosa y no se había apartado, como hubiese hecho cualquier otra. Se harían compañía para ver el show y quizás, luego intercambiarían opiniones, sonrisas y seguramente corearían sus temas preferidos.

Las luces se apagaban, los gritos llenaban el ambiente. Julio saca la lata de cerveza y se prepara para abrirla. El show está a punto de empezar. La chica lo mira con ojos invadidos de gracia ante su pose ceremonial. Él ríe con complicidad. Se le infla el pecho. La eternidad baña de oro esos 5 segundos. Los músicos salen. La gente enloquece. Suena el primer acorde de «I wanna be your dog». Iggy aparece saltando. El dedo de Julio abre la lata.

Inmediatamente, una turba de fanáticos choca contra él, arrastrándolo en dirección al escenario. La cerveza se le derrama encima. Julio cae, lo patean, le pasan por encima, lo revolean de un lado a otro. Pierde sus gafas, su miedo aumenta; intenta recuperarlas. Lo logra, pero sigue en el piso, temiendo lo peor. Una mano aparece y se aferra a ella hasta ponerse en pie.

No logra ver de quién es la mano salvadora. Seguramente es la mano de Dios, o de algún ángel. En ese instante, poco importa. La prioridad es escapar del gigantesco y violento pogo antes de que sea tarde.

Huye a contracorriente hasta quedar a 60 metros del escenario, inmerso en un mar de saltos, gritos y empujones. La fiesta está en plena ebullición. Julio, con la lata triturada en la mano, empapado de cerveza y con el sentido de orientación puesto en…. la música, decide olvidarse de todo lo innecesario y se deja llevar por la ola impulsada desde la alucinante metralla de éxitos de Iggy Pop y su increíble banda.

Recordar esa imborrable noche siempre le provoca una risa espontánea y sola; como la de muchos locos.

FIN

(c) Edwing Salas

10/05//17

Sibaritas Apóstatas Podcast #2 Rodajes Calamitosos

Pablo y Edwing son sibaritas apóstatas, un par de trasnochados hablando de la vida.

Una charla informal con todas las de la ley: música, bebidas y amigos.

Tema de hoy: En este podcast hablamos de algunos rodajes calamitosos de la historia del cine…

Mencionados :

La explosiva relación Herzog y Kinsky : Aguirre la ira de los dioses , Fitzcarraldo.

El Vietnam de Francis Ford Coppola en Apocalipsis Now

El proyecto fallido de Alejandro Jodorowsky para rodar la adaptación cinematográfica de la novela Dune de Frank Herbert.

#Cuentube2 «Clarissa»

Clarissa fue el nombre de la canción que surgió esa noche de reencuentro entre amigos. Luego de años, kilómetros, estatus, y decisiones de distancia. Cada uno desempolvó su instrumento y empezó a afinar.

Los abrazos y sonrisas brotaron como fuentes interminables de cariño, por verse nuevamente, pero ahora, con las caras y cuerpos reflejando mapas que ya marcaban las amplias rutas de la existencia.

Pintores y sus obras vanguardistas, poetas, escultores, creadores de imágenes; todos llegaron a casa de Han, el único que se había quedado en esa tierra arrasada por la mala fortuna. Él prefirió conservar su modesto principado, antes que ser siervo de reyes con armaduras.

Han prometió esperarlos a todos. Enfrentaba la vasta soledad del espacio componiendo discos en su pequeña y acogedora habitación. Producía melodías y probaba las mieles de la ausencia, sabiendo que estas, quizás, algún día, por fin, se acabarían.

Amigas, amantes, esposas, novias, exparejas y cazadoras; todo un crisol femenino iluminaba cada rincón de la épica y añorada reunión. Cual universitarias, en sus tiempos, en la pista de despegue hacia el mundo real.

Un paraíso de creaciones regocijaba las almas, mientras, la bebida y la comida escarlata, servida en platitos verdes, deleitaba el paladar. Se sentía la brisa tibia de la costa cercana y la antigua torre con vista panorámica aún permanecía en pie. Tan sola y abandonada como siempre, como prueba de una época y sus fantasmas.

Todos se sintieron de nuevo como en los primeros ensayos del vivir, donde se puede creer en ser una deidad inmortal. El anfitrión no paraba de abrazar y brindar cariño y respeto a sus amigos pródigos.

Su risa era la misma de siempre, su vitalidad y comicidad eran, igualmente, las de siempre. El Pullover rosa que vestía significaba la carta blanca que siempre tuvo entre su camarilla, para ser delirantemente genial.

Todos habían llegado, nadie había faltado, ni siquiera, los más desquiciados. La noche era eterna y nada más importaba.

No solo estaban los vinos añejos, también, nuevos personajes; admiradores y futuros imitadores pululaban de aquí para allá… dejando esencia de vida nueva en cada sonrisa, cada pregunta, cada baile y cada contemplación. Esa nueva generación que ya estaba en camino hacia lo desconocido que ya todos saben.

La belleza era el líquido que saciaba la sed. Jamás se habían visto tantas demostraciones de fraternidad desplegadas y tanta variedad de rostros alegres. La música en vivo, totalmente improvisada, sonaba al presente; a eso que muchos llamarían «Indie», aunque solo era rock and roll, pero les gustaba.

La base rítmica era sumamente sencilla: dominada por el bajo y la batería. La guitarra solo seguía el ritmo de ambos, brindando un fraseo monótono, con un tono que rozaba lo alegre y melancólico, retratando perfectamente el momento que acontecía.

La canción podía escucharse entre una multitud o en soledad. En pareja, durante el ejercicio; de día, o de noche, en la realidad o en el sueño. Aún hoy, sigue sonando y transitando esa delgada línea entre lo tangible y la imaginación del subconsciente.

Todos se sintieron participes de esa pieza que se creaba a partir de ese hermoso momento. Fue entonces cuando una de las mujeres más hermosas y codiciadas preguntó:

– ¿Y esa canción? ¿Cómo se llama?

Los músicos no supieron cómo responderle, solo seguían entregados al momento de la ejecución con química perfecta.

– Es nueva, improvisada. Fruto del momento que está pasando ahora

– Le respondió una de las chicas de la generación de relevo que ahí se encontraba-

La hermosa mujer volvió a preguntar:

– ¿Pero saben cómo se llama? ¿O es solo un tema que morirá en el jamming?

– ¡Clarissa! ¡Llámenla Clarissa! -Gritó Han desde el medio de la sala, dejando escapar una carcajada-

Los músicos asintieron y la verdad es que todos los presentes se mostraron de acuerdo.

– ¿Y quién es Clarissa? -preguntó alguien-

Han respondió con su humor y carisma acostumbrados:

– La verdad no tengo ni puta idea, pero suena como un buen título para una canción ¿O no?

Los miembros de la gran celebración por el reencuentro, luego de pensarlo por unos segundos, rompieron en carcajadas, dando aprobación a otra de las delirantes genialidades de Han.

La música siguió hasta desvanecerse, tal como los rostros, las risas y esa inigualable plenitud y alegría. Entonces, de pronto, sonó la alarma del despertador, dejando la sensación de haber estado; pero que nada realmente sucedió.

 ***

Clarissa es el nombre de una canción que habla de desesperación. Fue una grabación en casa de amistades que jamás volvieron a verse: soledad, un momento muy bajo en la vida, pero que recuerden la alegría que quizás produzcan los reencuentros entre una generación que se perdió totalmente.

Un grupo que tuvo sueños, promesas, pero que se distanció. Ahora todos viven lejos. Ahora, todos sufren el castigo. Son grandes, todos y todas.

Esa alegría y pasión de juventud solo pueden verse en la oscuridad de la madrugada, donde todos siguen jugando, ahí, donde los platitos son verdes y la comida es escarlata.

Duele lavar esas piezas de cocina. Las manos están dormidas y el frío las carcome, las corroe, las gangrena, las hincha.

Esa Generación X, insegura, que fue cagada por sus viejos, por las religiones y los desalmados gobiernos.

Cagados y mil veces cagados sin piedad por la confusión, el miedo y los comunistas asesinos, que acompañaban a capitalistas genocidas y esclavistas.

Unos militaban con la diestra en alto, otros, con la siniestra. Hoy, dos exactas gotas de la misma tormenta.

Esa gente fue a la fiesta de Han. Aunque nunca existió tal celebración; muchos de los que ahí estaban pertenecían a un bando, u otro.

Algunos lo asumían con orgullo; otros, lo eran por conveniencia y muchos más, eran conscientes. Otro gran grupo lo era de forma inconsciente.

Generación separada, sufrida y autoflagelada. La antigua torre con vista panorámica aún debe permanecer en pie, tan sola y abandonada como siempre, como prueba de una época y sus fantasmas.

 FIN

(c) Edwing Salas 22/07/16

#Cuentube1 «Riorda»

«Vuelo como una mariposa pero pico como una abeja»


                                                                Muhammad Ali

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Las manos de un boxeador de peso pesado es imposible que quepan en guantes de seda de primera comunión, sin embargo, este es otro episodio de desvarío en la mente de Riorda, el quinto en menos de treinta días.

En pleno ascenso en el ranking mundial, el cerebro y todo su sistema nervioso empiezan a pasarle factura. Él tenía claro que esto le sucedería, pero quizás, más tarde, cuando ya hubiese ganado unos cuantos millones que le aseguraran un retiro digno y una agonía decente.

Cuando las consecuencias del modus vivendi de una persona se presentan de forma tan inoportuna, el conteo de protección se acelera, la cercanía al número nueve es aún más rápida e implacable; y si no hay como ponerse de pie, la campana entra con su vibración mortuoria, sellando el destino de la pelea.

Hay que moverse con rapidez para esquivar cada golpe y poder pegar de primero. En el cuadrilátero no se piensa, se es movido por el instinto. La vista, el oído, el sentido de orientación y supervivencia son un latido unísono. El adversario tiene mil caras y nombres, con sus sinónimos, pero siempre es el mismo: caída, revés, derrota, Hades, Averno, Seol.

Una caída no es el knock out definitivo, si logras levantarte en menos de tres segundos. Resucitar al tercer día luego de un golpe es la humillación total. Por eso, si hay que retornar, debe hacerse al tercer segundo, si no, quédate horizontal, viendo las luces del techo y los relámpagos de las cámaras.  Acepta los millones de la pérdida e inicia tu carrera como payaso de lucha libre.

Los restos de seda blanca apenas cubren las manos vendadas, hinchadas y obreras. La derecha es la que más sufre, está muy abultada, duerme, al igual que todo el brazo. «No son estos los guantes. Son aquellos, los azules y grandes”. A pesar ese momentáneo brote de conciencia, Riorda sigue de pie frente al espejo, en corto circuito. Trata de entender ese reflejo anacrónico que contempla.

Hay abejas dentro de su cabeza. Asesinas africanas que emergen en los momentos más decisivos. Introducen sus aguijones venenosos en trofeos y victorias, para dejarlos convertidos en relojes rotos. Las mariposas en el estómago han perdido las alas y ahora son ratas.

«El dolor sólo existe en la mente». Otro pequeño brote de conciencia y entrenamiento lo hacen volver en sí. «¡Ling!»  «¡Ling!» «¡Ling!» …la campana irrumpe, mortuoria.

El adversario tiene mil caras y nombres, con sus sinónimos, pero siempre es el mismo: caída, revés, derrota, Hades, Averno, Seol.

Las manos de un boxeador de peso pesado es imposible que quepan en guantes de seda de primera comunión, son demasiado hinchadas y obreras, pero eso no le impedirá a Riorda seguir batallando hasta el último aliento. Todos caen, pero no todos han podido levantarse. En este encuentro decisivo él no se permitirá resucitar al tercer día.

FIN

 (c) Edwing Salas 18/09/16

 



                                                               

Sibaritas Apóstatas – Podcast#1 –

Pablo y Edwing son sibaritas apóstatas, un par de trasnochados hablando de la vida.

 

Tema de hoy: Apocalípsis y Distopías.


Una charla informal con todas las de la ley: música, bebidas y amigos
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#Poetube 1 «Lo de siempre»

Un detalle…

así mismo

imperceptible

 

Como alientos que se van

dejando envolturas de piel

ya obsoletas, inservibles

 

Ese pequeño detalle

sos vos

 

Servicial,

trabajando tu figura

dejando florecer

el fuego sobre tu cráneo

 

De andar demasiado «alfa»

pero demostrando una dentadura conciliadora

buscando cumplir

cada petición

 

Un extraño oasis

al que aún no llego

 

Y quizás,

nunca lo haga

 

Porque en este desierto

espejismos es lo que sobran.

 

(c) Edwing Salas 

30/06/16 

 

Excesiva letra

Masks-Excesiva letra

Ella muy bien podría ser la hermana mayor o menor de Teresa. Es imposible saber su edad. Lo cierto es que su cara es más fina, simétrica, un lienzo blanco con el atardecer encendido de su cabello rojo.

Ha rebajado, se nota más europea, más madura; anónima ante los ojos de los lobos, gracias al estilo de su corte, que parece anunciar sus preferencias en la cama.

Sin embargo, para el masoquista escribiente es una musa, otra del montón, una esperanza-ficción que, de ser realidad, seguramente devendría en tragedia. La vida no es de papel.

Te asigna un papel, eso sí.

Su voz es un poco grave, tan negra como su habitual atuendo, que la hace más luminosa, obviamente por contraste: los colores del punk: negro, blanco y rojo. Marketing visual puro.

Es buena mesera, aunque hoy se le olvidó cortarle el café a uno de sus habituales clientes, el que siempre acude para refugiarse del mundo, dentro de un café edulcorado y una notebook.

Se les ve interactuar. Ella cumple su deber con sonrisa y disciplina militar. Es momento de procurarse guita. No importa con quién te toque tratar. El nuevo gobierno se está mandando una seguidilla de cagadas económicas que hacen pensar en lo que sea, menos, en el error por la inexperiencia, o la excedencia de circunstancias, causadas por el reciente pasado montonero. Su par hijo de puta.

Ya se fue al diablo la promesa de dejar de hablar de política. De dejar esa obsesión degradante. Las opresiones te rebajan más cuando no puedes dejar de hablar de ellas, con esa carga de estrés post traumático.

En otra mesa, uno de los que escucha la letra de un libreto teatral -producto de una lectura de equipo- no sabe cómo se escribe esa palabra, duda si es una palabra o son dos: «¿Postraumático o post traumático?»

-Dejáselo todo al corrector de Google, y si no, no le des bolas a los errores de ortografía, son peores los errores de biografía -dice otro dramaturgo oyente, haciendo confundir su nihilismo con buen humor-

La mesera de negro y rojo, de repente, ya no se ve. El guion teatral iba por una línea que describía el nivel de patetismo de un personaje que se emborrachaba solo.

La letra continuaba narrando cosas sobre cerveza, vodka, vino y ginebra también, pero todos, salvo la dramaturga-tutora, estaban a punto de dormirse. La obra, igual se montaría. No dependía de la calidad, sino de los contactos y las ganas de hacer algo, así produzca pérdidas.

Finalmente, la escritora y directora a la que le leen la obra, pregunta cómo termina este relato lleno de lugares comunes en la ciudad.

– ¿Qué piensan de esta historia?

Empieza la llovizna de opiniones de interés disimulado, que obviamente demuestra un hastío hacia el barroquismo empalagoso del escrito.

La escritora-directora, en su sabiduría curtida de tablas, detecta los problemas del libreto:

-El problema de esta historia es el exceso de texto narrativo que tiene. Además, tiene muchas inconsistencias.  Es una pieza que cuenta un relato en fragmentos, con tiempos alternados. Es muy compleja.

Y… la mesera ya no está. Hace rato se ha ido sin importarle el relato.

FIN

(c) Edwing Salas

15/06/16

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Esta obra resultó seleccionada para ser publicada en una nueva antología de Editorial Dunken, titulada El Escritor y sus Laberintos

La recopilación estuvo a cargo de Raúl Fernandez , quién recibió las obras de los escritores convocados vía e-mail y redes sociales, para armar este nuevo proyecto de la editorial.

Otra buena experiencia que ayuda a seguir adelante en este difícil estilo de vida.